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martes, 3 de junio de 2025

Paprika [Reseña | Libro]

 Paprika
Yasutaka Tsutsui
337 páginas.
1993


Sinopsis
En el Instituto de Investigación Psiquiátrica de Tokio está en desarrollo una tecnología que permite introducirse en los sueños de los enfermos mentales y modificarlos como forma de terapia. Cuando se destapa un siniestro y enloquecido complot para hacerse con el control de dicho Instituto, se inicia una lucha que tendrá dos escenarios muy distintos, la realidad y el sueño.
Este es el hilo argumental de una historia vertiginosa y compleja; un sofisticado mecanismo literario que, bajo una leve apariencia de divertimento, esconde una lúcida reflexión sobre la intimidad, los deseos frustrados, el poder, la locura o las relaciones sexuales. Rebosante de referencias que van desde el manga hasta el pulp, pasando por el thriller, Tsutsui se adentra en la novela siguiendo las mismas coordenadas de sus relatos más celebrados.

La historia está divida en dos partes bien diferenciadas, la primera se centra en los problemas que hay dentro del Instituto de Psiquiatría y la relación que los personajes van a terminar desarrollando en la segunda parte. En ese sentido, la primera parte es algo aburrida, (para mí): es difícil identificar los nombres, si son de personas, ya que muy al estilo occidental, terminan utilizando el apellido, pero te dan el nombre completo; si están hablando de un lugar; de un espacio particular de la casa o bien es un mote con el que de manera cariñosa se le llama a alguien. Y por esos derroteros va esta primera parte. Lo mismo te vas a enterar de los gustos sexuales particulares de algunos personajes (anótalo porque es importante) como los deseos escondidos de notoriedad de otros. Lo que está en juego es un premio Novel y no es cualquier cosa.

«En realidad no era cuestión de formación, sino de que Nobue no tenía fuerza mental. Algunos tenían la suficiente para ser terapeutas, pero no para adaptarse a los sueños de los enfermos o transferir emociones en su subconsciente. Si intentaban hacerlo, corrían el peligro de quedar atrapados en la psique del enfermo, incapaces de volver al mundo real.»

Y el motivo del premio que está en juego es haber encontrada la cura para enfermedades mentales, utilizando los sueños como vehículo de comunicación entre el paciente y el terapeuta. Claro está que hay que apegarse a la ley y durante toda la narración, una delgada capa de no es correcto, pero funciona, se extiende de principio a fin. 

«—Sí, lo que hace es transmitir el contenido de los sueños de varias personas al cerebro de otras, así que ya no necesita los haces de fibrado. Al fin y al cabo, si vamos a usar elementos bioquímicos, también podremos hacer que se comuniquen con una transmisión sináptica, usando la amplitud de transmisión natural a nivel bioenergético.»

Con la aparición de una serie de variopintos personajes (muy adecuados para la segunda parte), vemos que entran en escena un hombre de negocios, un policía bien posicionado, varios de sus ayudantes, unos más eficientes y rápidos de pensamiento que otros; los padres de uno de los investigadores y en medio de todos ellos Paprika, investigadora de los sueños, con la experiencia suficiente para interpretar las escenas de los sueños y dar pautas al paciente sobre como tratar su mal.
En esas estamos, cuando uno de los genios en electrónica del Instituto logra que el aparato que se utiliza para los tratamientos de Paprika sea reducido a su mínima expresión, lo suficiente para que quepa en la palma de la mano y con tal potencia como para que varias personas que se encuentran en proceso de sueño, se puedan unir a la fiesta.

«Paprika ya había experimentado cierto éxito en el tratamiento de la depresión con los aparatos PT. Su método consistía en identificar mediante el psicoanálisis el estado en el que habían vivido los pacientes antes de que aparecieran los síntomas clínicos de la depresión. Luego calculaba el punto en el que el llamado «estado de orientación del endon» provocaba una fluctuación, es decir, el punto en el que perdía su estabilidad y equilibrio. El endon existe en una dimensión mixta, que no es mental ni física, de ahí que sea tan frágil. Por eso la depresión se llama también «melancolía derivada de los endones» o de la «endocosmogenidad», porque esta región sutil de los individuos participa de la naturaleza en su sentido más amplio.»

La segunda parte es más la descripción de un campo de batalla, nos salimos del Instituto para recorrer las calles de la ciudad de la mano de los sueños de los que están usando el dicho aparato. Mientras que los cuerpos van cayendo en la realidad, la lucha se lleva a cabo en los inconscientes de los personajes, que corren el riesgo de perder la noción de qué sueño es de quién y a que nivel de inconsciencia se encuentran. Nada asegura que puedas regresar y la batalla no parece tener fin, ¿o no? El final es adecuado a la lectura: impredecible, sorprendente y de alguna manera raro, la opción que utiliza el autor para cerrar es la última que se te hubiera ocurrido.

« —¡Sí, señor! ¡Soy Paprika! Soy joven y he venido a por ti.
Osanai tuvo un shock al oír estas palabras. ¿Por qué estaba tan sorprendido? Porque corría peligro. Sí, eso es. » 

La escritura es dinámica, los eventos no se hacen aburridos y el traductor tiene el detalle de dar explicaciones de las palabras o las personas que se mencionan para no perder el contexto de lo que se está soñando. Es en la segunda parte donde el escritor muestra la capacidad de generar situaciones oníricas para darle impulso al relato y aceptar que lo que está describiendo tiene sentido.

Más información de este libro.

Valor 9 de 10.
Entretenido e imperdible

domingo, 21 de enero de 2024

La leona blanca [Reseña | Libro]

 La leona blanca.
1993
495 páginas.
Henning Mankell
Saga Inspector Wallander III


Sinopsis
Una tarde de la primavera de 1992, la joven agente inmobiliaria Louise Åkerblom es brutalmente asesinada en una solitaria y apartada granja de Escania. Un caso difícil para la policía, pues, a primera vista, no hay un móvil claro, y todo parece indicar que la muchacha sólo vio algo que no debía ver. Una vez más, Kurt Wallander tiene que dejar de lado sus problemas personales (la soledad, la incomunicación con su hija adolescente o el agrio carácter de su anciano padre) y tratar de encajar las piezas del tremendo puzzle. Paralelamente, en la lejana Sudáfrica, una organización de extrema derecha, decidida a dinamitar el proceso antiapartheid, planea asesinar a algún dirigente político y sumir al país en el caos. Para ello contrata los servicios de un asesino a sueldo, que, ayudado por un antiguo miembro del KGB, comienza la preparación del atentado en Suecia, muy cerca de Ystad.



Citas:
«Kurt Wallander tenía cuarenta y cuatro años. Gozaba de merecida fama como policía habilidoso, tenaz y, en algunas ocasiones, incluso brillante.»

«Un hombre que, unas veces, se entregaba a la violencia sin contemplaciones, mientras que otras se sentía incapaz de comprender que alguien pudiese matar a otro ser humano.»

La vida de Wallander es para envidiar: un padre con problemas de memoria, una hija que se aleja cada vez más, un trabajo que lo mantiene ocupado y que parece que tiene la facilidad de ponerle a prueba hasta el último momento.
Debo decir que no es el policía al calce de otras historias de novela negra. Tiene sus detalles, pero son para verlo disminuido en su desempeño.
Me explico.
Tiene la facilidad de encontrarse con casos de lo más extraño (es una constante en los tres libros), los lugares de origen del desastre son una especie de rebote de mal karma, se encuentra en el lugar equivocado en el momento equivocado…
Esta historia tiene su inicio en algún momento de 1914 en un lugar de Sudáfrica. Los boers se han adueñado de gran parte del territorio y comienzan a hacer planes a largo plazo: los nativos no tienen espacio alguno en estas tierras.
Un salto largo para situarnos en tiempos actuales.
Y como en todos los tiempos y espacios de «guerra» habrá quienes estén dispuestos a vender su alma y servicios por dinero. Mucho dinero.
Soplan tiempos de cambio en estas tierras y el lugar que ha decidido el Comité es Suecia y un pequeño y perdido pueblo de Ystad para hacer que los engranes se muevan y evitar que las cosas cambien en Sudáfrica.
Desde un principio las cosas se van torciendo: el desacuerdo entre los dos inmigrantes para llevar a cabo la tarea propuesta, los daños colaterales que implican este desacuerdo, una serie de malas decisiones que van dejando rastros que los peritos de la policía (y estos mismos) no saben como encajar.

«¿Tuvo tiempo siquiera de comprender? ¿Llegó a darse cuenta de que iba a morir?»

Pero principalmente, la serie de eventos llenos de casualidad (a veces para avanzar, pero en general para retroceder) la investigación.

«En efecto, había estado en la comisaría de Kalmar bebiendo café, agotado y muy desanimado. Quienes lo vieron durante aquella media hora, con los hombros caídos e inclinado sobre su taza, recibieron la impresión de que se encontraba ausente y poco tratable. O tal vez meditabundo. En cualquier caso, nadie se le acercó para hacerle compañía o simplemente preguntarle cómo se encontraba.»

La historia llega a dividirse en dos arcos argumentales que (como no podría ser de otra manera) se tocan en el punto álgido de la historia, donde el nudo es apretado.
Y aquí es donde entran las casualidades: informantes que son encontrados por casualidad, notas encontradas por reojo, intuiciones que resultan ser verdaderas, ceniceros que se vieron de manera casual en otro lugar, una pluma que permite llegar a lugares que de otra manera no hubieran sido encontrados. Y así podría seguirme.
Todo lo anterior como pauta para que el misterio se vea resulto por una serie de casualidades y no por capacidad de deducción o trabajo detectivesco.
A favor tengo que decir que el escritor logra realizar un viaje en montaña rusa, la mayor parte de las veces en caída libre y en curva en los últimos capítulos, donde hace grandes brincos entre los dos escenarios y personajes (que nunca se conocen y que logra hacer que las acciones de uno afecten en las vidas de los otros).
Otro detalle importante es que se permite describir a los protagonistas de manera detallada de tal manera que cuando desaparecen de la escena queda claro si se merecían ese final o no.
Incluso, se da el tiempo para esclarecer un detalle menor, sin sentido y sin importancia para la investigación en la relación de la familia afectada.

Siendo este el tercer volumen de la serie, el personaje ha llegado al fondo y parece ser que no hay esperanzas (para él) de que salga a flote a tomar aire.

Valor 8 de 10.
Debido al detalle con que trata la vida de la gente en Sudáfrica, se lleva unas buenas páginas que están de más. El resto de la historia tan interesante como las dos anteriores.


Más información de este libro.

Paprika [Reseña | Libro]

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