El hombre sonriente.
1994
329 páginas.
Henning Mankell
Saga Inspector Wallander IV
Kurt Wallander frente a un enemigo intocable y temible que pondrá en peligro su vida y a prueba toda su capacidad como detective. Lo último que ha visto un abogado, antes de ser asesinado, es un muñeco del tamaño de un hombre atravesado en la carretera, donde se vio obligado a detenerse en medio de la espesa niebla. Este extraño comienzo, cargado de una atmósfera de misterio tan clásica, es el punto de partida de un complicado caso de delincuencia económica en las altas esferas. Pero es también el inicio de un enfrentamiento cada vez más personal del inspector Wallander con un adinerado, sonriente y autoritario mecenas. Sintiendo a cada paso su vida amenazada, el inspector se ganará el respeto de su enemigo, pero no se detendrá hasta borrar esa sonrisa de su rostro.
Cita:
«Aquel era su primer recuerdo del hombre del castillo de Farnholm. Un hombre sin equipaje, como si constituyese un universo propio, enfundado en un traje azul hecho a medida. Un universo cuyo centro era la sonrisa, mientras las aterradoras sombras que lo rodeaban hacían las veces de satélites oscuros que girasen despaciosos a su alrededor.»
El primer capítulo, de un total de trece, nos quita el encanto de la investigación. Sabemos más que el detective, lo que es bueno porque nos da una idea de que tanto tendrá que trabajar para identificar y cazar al responsable. Y también tiene el detalle de hacernos pensar que en algún lugar de la historia hay algo escondido, una gran vuelta de tuerca que tiene que dejarnos con la boca abierta y pensar «Eso no lo vi llegar».
Así que en las primeras líneas ya tenemos muy claro porque el primer cadáver ha tenido que pagar su cuota para que los marcadores de la persecución se muevan.
Wallander no está en su mejor momento y por enésima vez la idea de renunciar le cruza de manera veloz la cabeza para quedar en nada.
Cita:
«—¿Qué es lo que usted cree que ha sucedido?
La mujer se puso en pie antes de responder.
—Hubo un tiempo en que las causas del mal eran menos complejas —indicó—. Pero ya no es así. Eso ya no sucede.»
«Wallander asentía despacio. Él había crecido en Klagshamn y se preguntaba si Lars Borman habría puesto fin a su vida en alguno de los bosquecillos en que él solía jugar de niño.»
Los personajes tienen una historia que contar que agrega una pequeña pieza al gran rompecabezas que cuesta trabajo para los policías identificar. Al ser quien es el hombre sonriente, es claro que el juego está inclinado hacia un lado, nadie sabe cuál puede ser la siguiente víctima. Y eso es lo que deja un ligero sabor amargo de boca: desde el primer atentado se nota una total falta de planeación por parte del responsable, una incapacidad para entender que la discreción es importante. Lo que es una verdadera contradicción con los resultados que la investigación que los policías están llevando a cabo. Si ha llegado tan lejos y con tanto poder, es porque ha sabido mantenerse en las sombras. Y eso no se ve reflejado en las acciones que emprende contra Wallander. Muy al contrario, pareciera que considera poca cosa al comisario de un pequeño pueblo. Personaje que ha logrado escapar de sus atentados en más de una ocasión.
Cita:
«El Harderberg amigo de la juventud, el hombre interesado por el deporte, el protector de bienes culturales, el aficionado a la restauración de antiguos pesqueros de Öland, el doctor honoris causa en arqueología, que sufraga con generosidad el coste de excavaciones de posibles yacimientos de la Edad de Hierro en Medelpad. El aficionado a la música, que corre con los gastos de nómina y Seguridad Social de dos violinistas y un fagotista de la Orquesta Sinfónica de Gotemburgo. El magnánimo patrocinador en los países nórdicos de los estudios sobre la paz.»
«De lo contrario, nuestros puntos de vista carecerán de sentido. Por complicada que resulte una investigación, ha de existir un modo de explicársela a un niño. Y eso es lo que debemos hacer, ver las cosas de un modo simple, sin por ello caer en la tentación de simplificar»
En los últimos tres capítulos las decisiones apresuradas del perseguidor catalizan la resolución, pero no deja de parecer una decisión apresurada por parte de escritor, como si no hubiera sabido qué final darle, muy al estilo de película genérica de detectives. Incluso tiene el momento de aclaración de motivos para los dos bandos, como si el tiempo se hubiera acabado para el equipo de investigación y que el lector agradecerá ese capítulo.
Así, de los cuatro libros, si bien es entretenido, este me ha parecido el más flojo.
Una más, parece que el escritor considera que ya ha castigado suficiente a su personaje, concediéndole en las últimas líneas un merecido descanso mental.
Valor 7 de 10.
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