Muerte en Viena
Frank Tallis.
Saga Los papeles de Liebermann I
2005.
Frank Tallis.
Saga Los papeles de Liebermann I
2005.
Sinopsis
A principios del siglo pasado, Viena asiste impávida al asesinato de una conocida médium. Todos los indicios conducen a pensar que se muerte se debe a una causa… sobrenatural. Sin embargo, el inspector Oskar Rheinhardt se niega a aceptar tal posibilidad y solicita el consejo del doctor Max Liebermann, un joven psiquiatra que acaba de introducirse en los círculos psicoanalíticos. Las primeras pesquisas no arrojan ninguna luz sobre los hechos y Liebermann se da cuenta de que no basta con adentrarse en la mente del asesino. En el transcurso de una de sus reuniones con Sigmund Freud, el maestro le dará la clave para emprender una investigación que lo llevará a descubrir una verdad incómoda y aterradora.
Citas:
«Rheinhardt sacó su cuaderno de notas.
— Está un cerrajero llamado Uberhorst. Hans Bruckmüller, un empresario que fabrica instrumentos quirúrgicos. Un banquero y su esposa, Heinrich y Juno Hölderlin. Natalie Heck, una costurera. Y Zoltán Záborszky, un aristócrata húngaro. Digo aristócrata, pero por su aspecto parece que pasa una mala racha. Estas personas parecen ser el núcleo del grupo. Ah, y hay otro, un joven llamado Otto Braun. Tenía que acudir el jueves por la noche, como siempre, pero no llegó. Y desde entonces no se lo ha visto.»
« Liebermann examinó el retrato inclinándolo un poco hacia la luz.
— ¿Qué opina de este rostro, doctor? ¿Ve usted algo que resulte de interés en él?
— Oskar — dijo Liebermann adoptando una expresión apenada —, me está usted pidiendo que me remita a la pseudociencia, a una forma de adivinación que no es muy diferente de la lectura de manos.
— Yo creía que ustedes, los médicos, aceptaban la fisiognomía.
— Sí, muchos suscriben las tesis de Lombroso, en el sentido de que es posible identificar a un criminal por la posición de sus orejas o el tamaño de su mandíbula; pero yo siento muy poca simpatía por esta escuela de pensamiento.»
Lo bueno.
De lectura rápida y agradable, el autor se da el lujo de ser muy detallado para los lugares (públicos y privados) en donde nuestros personajes se encuentran.
Lo mejor.
Corren tres (3) historias paralelas: el asesinato que nos interesa, la vida sentimental de nuestro querido médico Liebermann y finalmente una paciente que el mismo doctor atiende en su consultorio y que (por lo menos hasta la mitad de la narración) nada tiene que ver el misterio que pretende aclarar la novela. Y que sin embargo logra salvar el aburrimiento o la sentencia de olvido al personaje al terminar la lectura.
El misterio. A resultas hay un asesinado que se las ha ingeniado para crear una escenografía coherente con un fantasma: el cuarto sellado con llave y la imposibilidad de encontrar una salida que, por lo menos la policía pueda encontrar para aclarar el asunto.
El detalle del ambiente de época en Viena. Nada más y nada menos que Freud como fuente de inspiración para Liebermann, las reuniones en los cafés de moda, que sirven de excusa para mostrarnos más de un detalle interesante de la sociedad, la visita al museo de Beethoven, amén de la música de Gustav Mahler y Robert Schumann como ingrediente principal cuando se encuentran en la casa de la ópera y que tararean sin más mientras se encuentran en casa del doctor, el inspector Rheinhardt, que busca ayuda desesperada para no caer en el camino fácil de la creencia de la vida después de la muerte.
El respeto por la historia de la ciudad y de los principales personajes. Historias que funcionan de una manera más que adecuada para complementar a los personajes ficticios:
«Viena, la capital imperial de los Habsburgo, había elegido recientemente un alcalde conservador antisemita, Karl Lueger, que una vez había proclamado: «Yo mismo he decidido quién es un judío y quién no lo es». El compositor, lamentando el generalizado antisemitismo del que fuera objeto en la sociedad vienesa, solía decir: «Soy tres veces extranjero: un bohemio entre austriacos; un austriaco entre alemanes y un judío ante el mundo». En tal volátil atmósfera política, Mahler necesitaba una temprana demostración de sus credenciales culturales alemanas»
https://es.wikipedia.org/wiki/Gustav_Mahler
«Rheinhardt sacó su cuaderno de notas.
— Está un cerrajero llamado Uberhorst. Hans Bruckmüller, un empresario que fabrica instrumentos quirúrgicos. Un banquero y su esposa, Heinrich y Juno Hölderlin. Natalie Heck, una costurera. Y Zoltán Záborszky, un aristócrata húngaro. Digo aristócrata, pero por su aspecto parece que pasa una mala racha. Estas personas parecen ser el núcleo del grupo. Ah, y hay otro, un joven llamado Otto Braun. Tenía que acudir el jueves por la noche, como siempre, pero no llegó. Y desde entonces no se lo ha visto.»
« Liebermann examinó el retrato inclinándolo un poco hacia la luz.
— ¿Qué opina de este rostro, doctor? ¿Ve usted algo que resulte de interés en él?
— Oskar — dijo Liebermann adoptando una expresión apenada —, me está usted pidiendo que me remita a la pseudociencia, a una forma de adivinación que no es muy diferente de la lectura de manos.
— Yo creía que ustedes, los médicos, aceptaban la fisiognomía.
— Sí, muchos suscriben las tesis de Lombroso, en el sentido de que es posible identificar a un criminal por la posición de sus orejas o el tamaño de su mandíbula; pero yo siento muy poca simpatía por esta escuela de pensamiento.»
Lo bueno.
De lectura rápida y agradable, el autor se da el lujo de ser muy detallado para los lugares (públicos y privados) en donde nuestros personajes se encuentran.
Lo mejor.
Corren tres (3) historias paralelas: el asesinato que nos interesa, la vida sentimental de nuestro querido médico Liebermann y finalmente una paciente que el mismo doctor atiende en su consultorio y que (por lo menos hasta la mitad de la narración) nada tiene que ver el misterio que pretende aclarar la novela. Y que sin embargo logra salvar el aburrimiento o la sentencia de olvido al personaje al terminar la lectura.
El misterio. A resultas hay un asesinado que se las ha ingeniado para crear una escenografía coherente con un fantasma: el cuarto sellado con llave y la imposibilidad de encontrar una salida que, por lo menos la policía pueda encontrar para aclarar el asunto.
El detalle del ambiente de época en Viena. Nada más y nada menos que Freud como fuente de inspiración para Liebermann, las reuniones en los cafés de moda, que sirven de excusa para mostrarnos más de un detalle interesante de la sociedad, la visita al museo de Beethoven, amén de la música de Gustav Mahler y Robert Schumann como ingrediente principal cuando se encuentran en la casa de la ópera y que tararean sin más mientras se encuentran en casa del doctor, el inspector Rheinhardt, que busca ayuda desesperada para no caer en el camino fácil de la creencia de la vida después de la muerte.
El respeto por la historia de la ciudad y de los principales personajes. Historias que funcionan de una manera más que adecuada para complementar a los personajes ficticios:
«Viena, la capital imperial de los Habsburgo, había elegido recientemente un alcalde conservador antisemita, Karl Lueger, que una vez había proclamado: «Yo mismo he decidido quién es un judío y quién no lo es». El compositor, lamentando el generalizado antisemitismo del que fuera objeto en la sociedad vienesa, solía decir: «Soy tres veces extranjero: un bohemio entre austriacos; un austriaco entre alemanes y un judío ante el mundo». En tal volátil atmósfera política, Mahler necesitaba una temprana demostración de sus credenciales culturales alemanas»
https://es.wikipedia.org/wiki/Gustav_Mahler
Lo malo.
Tienes exactamente cuatro (4) fragmentos que poco aportan a la historia, particularmente porque se tratan de problemas de pareja no solo del buen doctor también del inspector. Fuera de esos breves pasajes, el resto de la lectura es un agradable paseo por el parque.
Valor 4 de 5.
Entretenida y llena de interesantes anécdotas de Viena del principios del siglo XX.
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