viernes, 3 de diciembre de 2021

The Iron Giant [Crítica | Película]

Título original
    The Iron Giant
Año
    1999
Duración
    86 min.
País
    Estados Unidos
Dirección
    Brad Bird
Guion
    Brad Bird, Tim McCanlies. Cuento: Ted Hughes
Música
    Michael Kamen
Fotografía
    Animación, Steven Wilzbach
Reparto
    Animación
Género
    Animación. Ciencia ficción. Infantil | Años 50. Amistad. Robots. Vida rural (Norteamérica). Guerra Fría
Sinopsis
    En 1957, en la pequeña localidad de Rockwell, alguien ha visto cómo un enorme hombre metálico caía al mar. Un imaginativo niño descubre que se trata de un robot gigante, cuyo apetito de metal es insaciable. Entre ambos nace una fuerte amistad, pero el gobierno envía a un agente para investigar los hechos. El niño esconde a su nuevo compañero en la chatarrería de un amigo. Pero los habitantes del pueblo comienzan a sentirse aterrados porque creen que es una nueva amenaza en plena Guerra Fría...

Después de una hora con veinte minutos, quitando el tiempo de los créditos finales, tenemos:

Citas:
«Si trasplantamos el quince por ciento de su cerebro dentro de nuestra cabeza, tendremos la oportunidad de leer la mente.»
«Pensé que querrías que te contara alguna gran historia: The Spirit... o este otro que es Superman.»
«Tú eres quien escoges ser.»
«¡Banzai!»



Lo bueno.
La selección de la época: dejando de lado los problemas de tipo político, podemos decir que es cuando la cultura pop y pulp comienzan su andar de manera oficial: las películas de invasores extraterrestres; los animales que crecen de manera desproporcionada, incluso recuerdo a una mujer que se convierte en gigante; los héroes de cómic y claro está el genial trabajo de Hugo Gernsback, creador de los premios que llevan su nombre (los primeros premios fueron entregados en 1953). Aún quedan doce años antes de ver el alunizaje. Y como cereza de pastel, la constante amenaza del holocausto nuclear.
Tienes que verla sub titulada para que los pocos chistes que se hacen tengan sentido, se pierden en la traducción.


Lo mejor.
Lo primero a lo que tienes que ponerle atención (y disfrutarlo, claro) es el dibujo y la paleta de colores retro: son una verdadera delicia.
La historia. ¿De dónde llego? Qué importa. ¿Qué busca? Qué importa. Lo que sí importa es saber que se encuentra perdido y que cae en las manos de un niño que no tiene malicia, que cree en la buenas historias (esas que aparecen en los cómics), que a pesar de no tener más familia que una madre, vive de manera intensa su vida (¡Banzai!) y eso mismo es lo que vive el gigante cuando trata de entender la vida en la que está sumergido, sin saber cómo. Incluso cuando el golpe de entender lo que es la muerte y la posible pérdida de un ser querido se va abriendo poco a poco en su «cerebro».
Los personajes son entrañables, cuesta trabajo no encariñarse con Howard y el robot, la madre del chiquillo o del tapadera y artista Dan.
La escena del enorme robot atrapado en los cables de alta tensión de la Central Eléctrica... ¿dónde he visto esta escena? Te la dejo aquí abajo.






Lo malo.
Qué dura un suspiro de monja. La historia pudo haberse prolongado un poco más.


Valor 8 de 10.
Esta es una historia que siempre vas a tener en la cabeza.

Más información de está película.



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