domingo, 18 de agosto de 2019

La isla del doctor Moreau [Reseña | Libro]

La isla del doctor Moreau.
H. G. Wells.
1896.
LATINBOOKS International.
134 páginas.

Sinopsis
Publicada en 1896, entre «La máquina del tiempo» y «El hombre invisible», La isla del doctor Moreau es una de las novelas más inquietantes de la literatura moderna, inscribiéndose de lleno en la crítica y ominosa intuición que H. G. WELLS (1866-1946) desde muy pronto albergó respecto a los derroteros de la sociedad en la que le tocó vivir. La isla que da nombre al relato y los siniestros hechos de los que es escenario son, en efecto, una desasosegante parábola sobre el lado oscuro de la ciencia y también una sombría exploración de la esencia y los límites de la naturaleza humana.

Citas:
«Lo seguí con la mirada y, entonces, por alguna función cerebral inconsciente, me vino a la cabeza una frase: «¿Los dolores de Moreau?». ¿Cómo era? Mi memoria dio un salto de diez años. «¡Los horrores de Moreau!». La frase divagó a su antojo por mi cabeza durante un momento y luego la vi en un rótulo rojo impreso sobre un pequeño folleto amarillo, cuya lectura producía escalofríos. Lo recordé todo perfectamente.»

«Al darse la vuelta se encontraron con seis o siete grotescas criaturas que, a pesar de estar allí, bajo el sol, proyectando sus sombras y moviéndose, resultaban increíblemente irreales. Montgomery chasqueó el látigo ante ellas, y corrieron a refugiarse entre los árboles.»

«Sólo estoy empezando. Lo que usted ha visto son casos de alteración sin importancia. La cirugía es capaz de obtener resultados mucho mejores. Puede crear, además de destruir y transformar. Quizá haya oído hablar de una intervención quirúrgica muy corriente a la que se recurre para reparar una nariz rota.»

Lo primero que hay que agradecer es al autor por tener un escritura agradable y fluida (me recuerda a Asimov), en cada uno de los fragmentos se nota la soltura de quien ya ha encontrado la historia y la está contando a un viejo amigo frente a una tasa de café.
La historia empieza con desgracias.
El narrador se encuentra en altamar perdido en una pequeño bote después de una tormenta y parece ser que es el único sobreviviente, o por lo menos eso es lo que piensas por su continua lucha por sobrevivir dándose ánimos así mismo.
A lo lejos ve un barco o más bien, este lo ve a él, porque es tanto el cansancio que solo siente la subida al mismo y la siguiente parte es encontrarse en un camarote.
Todo bien, no? Pues no. Resulta que te has encontrado con la peor tripulación que pudieras imaginar, algunos de ellos son raros, rayando en la locura.
Y llegar a la isla, isla que de acuerdo a Montgomery, el ayudante de Moreau, era mejor que hubieras muerto en alta mar.
Y a partir de aquí, el viaje es cuesta abajo. Hay que buscar sobrevivir a toda costa.
La paranoia tanto de los humanos como los monstruos es la mezcla explosiva para que las cosas se salgan de control. Para llegar a ser un verdadero representante de la raza humana no es suficiente apoyarse en la ciencia, en este caso la cirugía (nunca se habla de mezclas genéticas). La primera impresión es que se trata de experimentos que se hacen en humanos para bestializarlos. La verdad llega rápida y de manera contundente. Es tal la habilidad del cirujano que este ha modificado a las bestias para parecer humanos. Y no solo eso. Por esta similitud, hablan y piensan de manera primitiva. Conforme la lectura avanza y con la desaparición de los humanos, en cuyo caso solo queda Pendrick, las bestias humanizadas comienzan la cuenta regresiva.
Se olvidan de la LEY, se dice adiós a la ropa, el pelaje vuelva a surgen ahí donde la cirugía la había quitado.
La suerte está de parte de nuestro narrador y logra salir de la isla, pero llegar a la civilización no es suficiente para recuperar lo que él considera perdido: los humanos le parece que son bestias modificadas. No logra hacer contacto con sus coetáneos.
La historia termina con la «salvación» encontrada en la soledad y la reflexión.
Para cerrar la reflexión. La historia está escrita en 1896 y el autor murió en 1946. Vivió las dos grandes guerras. ¿En algún momento pensaría en regresar y modificar el texto original?

Lejanos tambores de guerra empezaron a resonar en mi cabeza:

Dios microcósmico, por Theodore Sturgeon. Un científico genial llega a convertirse en el Dios de una especie inteligente creada en laboratorio.

El señor de las moscas de William Golding. Una treintena de muchachos son los únicos supervivientes de un naufragio en el que perecen todos los adultos. Enseguida se plantea cómo sobrevivir en tales condiciones, y no tardan en crearse dos grupos con sus respectivos líderes. Ralph se convierte en el cabecilla de quienes están dispuestos a construir refugios y a recolectar, mientras que Jack se convierte en el jefe de los cazadores, animados por un espíritu más aventurero. Las tensiones entre ambos bandos desembocan en un enfrentamiento que se resuelve en un baño de sangre. El señor de las moscas es un nombre para el mal en la cultura judía, y este es uno de los temas principales de la novela, junto con la contraposición entre civilización y barbarie y la validez de la disciplina, entre otros muchos.

La película OverLord nos muestra la creación de los soldados de III Reich: imparables aun muertos.

Aquí una versión de la Justice Legue producto de esta isla.

Valor 5/5

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