domingo, 14 de junio de 2020

Otra vuelta de tuerca [Reseña | Libro]

Otra vuelta de tuerca.
Henry James.
Editorial Planea de Libros.
133 páginas.
1898.

Sinopsis.
¿Siguen viviendo las personas después de la muerte? En caso afirmativo, ¿mantienen contacto con el mundo de los vivos? No es fácil dar respuesta a estas preguntas, aunque quizá muchos ofrezcan una respuesta clara y rápida. En todo caso, esa posible relación entre los muertos y los vivos es algo que ha atraído desde siempre a la humanidad, y son muy numerosos y variados los relatos dedicados a tratar este tema. Para algunos, el mundo está plagado de espíritus y fantasmas, seres de otro mundo que irrumpen y se ponen en contacto con personas especialmente dotadas para percibir su influencia.
De uno de esos contactos trata esta novela de Henry James, quien logra aquí una de las joyas de la literatura fantástica o de fantasmas. La novedad aportada consiste en que son dos niños quienes protagonizan esa relación, acompañados por una institutriz que intenta protegerlos de la influencia de los espíritus de los muertos. Y como siempre ocurre con las obras de este género, su lectura nos atrae, sin dejar de producirnos en diversos momentos un profundo desasosiego e incluso miedo.

Leer libros de fantasmas de fines del siglo XIX siempre me dejan con la sensación de que algo me perdí: quizás no leí con suficiente detalle, mal interprete una línea, no puse atención. Así que me dedico a darle una segunda vuelta. Y término igual.
Entonces, llego a la conclusión de que el tipo de miedo que sientes por encontrarte de frente con un fantasma, depende de ti, no del escritor.
Lo mismo me paso con el libro Para leer al anochecer. Historias de fantasmas de Charles Dickens (1852).


Aquí como se viví este viaje.

Citas:
«De resultas de la muerte de sus padres en la India, le había sido confiada la tutela de dos sobrinos, un niño y una niña, hijos de un hermano más joven, militar, fallecido dos años antes. Aquellos niños que extrañamente le había confiado el destino constituían, para un hombre de su posición, soltero y sin la experiencia adecuada ni el menor ápice de paciencia, una pesada carga.»

«Me acuerdo muy bien de que aquella figura, en el claro crepúsculo, provocó en mí dos reacciones diferentes. La primera fue de sorpresa y la segunda de una violenta rectificación del error inicial: el hombre que veían mis ojos no era la persona que yo atolondradamente había supuesto. En aquel momento estaba tan perturbada mi visión, que aun ahora, después de tantos años, no logro precisarla. Un hombre desconocido en un lugar solitario es un objeto justificado de temor para una joven bien educada; y la figura que contemplaba —unos cuantos segundos bastaron para convencerme de ello— no era nadie a quien yo conociera.»

«—Aprecio su pudor al no hablarme hasta ahora de ellos; pero creo que ha llegado el momento de que me cuente todo —ella pareció asentir a mi petición, pero se mantuvo en silencio, por lo cual agregué—: Debo saberlo. ¿De qué murió? Dígame, ¿había algo entre ellos?
—Había todo lo que podía haber.
—¿A pesar de las diferencias…?
—A pesar de todo, de su rango, de su condición —exclamó—. Ella era una dama.
Creí comprender.
—Sí…, era una dama.
—Y él era atrozmente plebeyo —dijo la señora Grose.»

Cuando una lectura es protagonizada por un fantasma y un niño, se aclara que hay una vuelta de tuerca es la historia, pero cuando son dos, entonces tenemos otra vuelta de tuerca. Un niño no tiene la capacidad de poder enfrentar aquello que no comprende, quizás un adulto tenga más fortaleza y suerte para salir airoso de lo que no comprende.

Lo bueno.
La escritura de James. Me agrada la fluidez y el detalle de las descripciones de la casa: los torreones y patios (que no son pocos), el lago que se encuentra la relación respetuoso y amable que tienen ambos chiquillos con la institutriz. Al final de la narración, Miles de 10 años tiene una conversación con la institutriz que poco hace pensar que tiene esa edad, los diálogos parecen entre dos adultos.

Lo mejor.
El final de la narración. La constante que existe dentro de las paredes de la casa, es tener cuidado con lo que se pide porque los miedos se ven amplificados y estos deseos se ven cumplidos.
Ahora, el verdadero miedo que producen los (son dos) fantasmas no es otro que salvar las almas de los más jóvenes, hay una relación estrecha entre las personas que ahora ya no se encuentran de manera física y  aquellos que todavía estamos en este mundo, así, se entiende que los niños aún no tienen claro que las persona mueren y por eso, el contacto sigue siendo cercano, como si nada hubiera pasado. Ese fantasma sigue «vivo», y tiene la capacidad de «corromper» la inocencia que los niños representan. Estos sentimientos de ansiedad y desesperación son la constante durante la narración, desde el momento del primer encuentro hasta el fatídico final.

Lo malo.
Me quedan a deber como murió la anterior institutriz, aunque no agrega ni cambia la historia. Es decir, no importa.
¿Qué motivo pudo haber sido tan escandaloso para que Miles fuera corrido de la escuela? Ese misterio también queda pendiente de ser resuelto.
El punto más fuerte de la narración también es el más débil: es sobre la institutriz y la constante ansiedad desarrollada por proteger a los niños que poco, muy poco se sabe de los «indeseables» fantasmas, que representan todo lo plebeyo que los niños no pueden (deben) llegar a tocar.


 


 
Valor 4 de 5.
Entretenida pero no particularmente llena de fantasmas.

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