domingo, 13 de junio de 2021

Metrópolis [Reseña | Libro]

 Metrópolis
Thea von Harbou
1925
188 paginas.
Colección Super Ficción XVI


Sinopsis
Estamos en el año 2026, en la super-mecanizada Metrópolis. Aquí la sociedad está dividida en dos clases: los ricos y soberbios Amos (que viven en la superficie), y los sufridos y explotados Obreros (que viven en las ruinas subterráneas). A la cabeza de todo está Joh Fredersen, el frío y omnipotente Amo de Metrópolis. El joven Freder, hijo de Joh Fredersen, conoce a la vidente María, quien predica a los Obreros sobre la próxima llegada del Mediador (el justiciero “corazón” que mediará entre el “cerebro” y el “músculo” de esa sociedad futurista). Después de que Freder descubra que él es el profetizado Mediador, abandonará todo por ir con María, su amor. Joh Fredersen contactará a su viejo enemigo, el sabio Rotwang, para que le ayude a recuperar a su hijo, de paso que pone fin a esta amenaza a los Amos. Así, Rotwang secuestrará a María y enviará a las catacumbas a Futura, un robot hembra a quien ha dado el rostro y la voz… de María.



Citas:
«La Casa de los Hijos era uno de los edificios más hermosos de Metrópolis. Los padres — para quienes cada revolución de una máquina significaba oro — habían regalado esta casa a sus hijos. Era más que una casa; casi un distrito. Incluía teatros, museos de pintura, salas de conferencias, una biblioteca en la que podían encontrarse todos los libros impresos en los cinco continentes, pistas de carreras, estadios y los famosos Jardines Eternos.»

«Todos con el mismo uniforme: del cuello a los tobillos algodón azul oscuro, los pies calzados con unos zapatones groseros, el pelo apretadamente recogido bajo una misma gorra negra.
Y todos tenían el mismo rostro. Y todos parecían tener la misma edad. Avanzaban con la cabeza humillada, y mecánicamente ponían un pie delante del otro. Las puertas abiertas de la Nueva Torre de Babel, el centro-máquina de Metrópolis, los engullían.»

«Y Rotwang ha creado a Futura — a la que a veces denomina también Parodia —, un simulacro de mujer fabricado en un metal capaz de sentir. Un robot hembra con el que podía haber soñado Rossum.»

«Todos los grandes dioses vivían en templos blancos. Vi a Baal y a Moloc, a Huitzilopochtli y a Durgha. Algunos, rodeados por una multitud; otros, terriblemente solitarios. Vi el carro divino de Juggernaut, y las Torres del Silencio, la cimitarra de Mahoma, y las cruces del Gólgota. Y todo máquinas, máquinas, máquinas que vivían su vida divina, confinadas en pedestales como las deidades en los tronos de sus templos. Sin ojos, pero viéndolo todo; sin oídos, pero oyéndolo todo; sin voz, y sin embargo agitando el aire de los templos con el aliento eterno de su vitalidad.»

Este libro es un «poco» difícil de describir y un poco más de reseñar.
Un mundo futuristas donde las desigualdades son notorias y marcadas: los poderosos que viven por encima del suelo, que hacen uso del mismo; y los obreros que viven bajo tierra y que son quienes alimentan, todos los días y todo el tiempo a la maquinaria que mueve y da vida a la enorme ciudad, la megalópolis conocida como Metrópolis. Combinación de moderna ciudad compuesta por edificios con nombres que muy claramente los describen: la Torre de Babel o La Casa de los Hijos.
Los personajes son pocos y cada uno de ellos conoce muy bien su tiempo y espacio dentro de esta historia.

Joh Fredersen: amo y señor de la ciudad, no solo la construyó, también creo (junto con Rotwan) todas y cada una de las máquinas que tiene una función vital para la ciudad y que como no puede ser de otra manera, requiere de alimento fresco y vivo todo el tiempo; controla todo desde su oficina y mediante una placa azul.

Freder: hijo único de Fredersen. Aquel que busca de manera constante e inequívoca su lugar en el mundo, en el mundo de su padre. Al tenerlo todo a su disposición, no sabe que es lo que es la angustia ni las carencias. Hasta que decide que ha sido suficiente para los que se visten de algodón azul y zapatones toscos.

Maria: la inmaculada madre, el por qué luchar y vivir de Frede, y a quien siguen de manera ciega los que alimentan a la ciudad, caminando con sus groseros zapatones.

Futura: La robot. Siendo el principal atractivo de la historia, aparece poco y cuando lo hace es de manera absoluta, el escenario es suyo. La encargada de llevar a cabo los planes apocalípticos de... quien sea que está detrás de las gruesas cortinas de alguno de los amplios salones del edificio principal de la ciudad.

Slim: mano derecha de Joh Fredersen y ejecutor de las órdenes del mismo, cuando requiere tener información fidedigna y rápida.

Rotwan: el poderoso cerebro de la ciudad, y tal parece el único con capacidad creadora, durante la historia no aparecen más como él. Todas las maravillas que hay por la ciudad han salido de su ingenio.

Septiembre: propietario de Yoshiwara, al parecer, único lugar donde la gente de altos vuelos de la ciudad pueden darle gusto al cuerpo, sin ser viernes o fin de semana. De indescifrable origen, o quizás la mezcla de todos los antepasados de todas las razas habidas y por haber, se dedicada a la distribución de drogas y la distribución de los más difíciles placeres que se te puedan ocurrir.


11811 alias Georgi: aquel que ha probado las mieles de los excesos y no ha sabido que hacer con tanto.

Josafat: amigo incondicional de Freder, que vela (no siempre, si hay dinero de por medio) por sus intereses y bien personal (cuando el arrepentimiento llega a su alma).

Hay dos personajes más que están escondidos entre los párrafos de la historia: la madre de Joh Fredersen y su esposa. Ambas como personajes insustanciales y constantes en su vida ayudan a que se encuentre la redención.

Una vez conocidos los participantes, veamos qué papel tienen dentro de la historia.
Hay varias batallas que son libradas durante todo la novela, unas internas, cómo el eterno odio de Rotwan contra Joh Fredersen, la tristeza que embarga a la madre de Joh, la perdida de la esposa; mientras que las externas son, con mucho, a las que hay que ponerles atención.

En la ciudad hay dos grandes poderes que pelean por adueñarse del alma de la ciudad, en un delicado equilibrio: el poder religioso representado por una enorme catedral en una ubicación física en oposición a la enorme Torre de Babel,  donde lo material es representado por el genio creador y el amo de la ciudad.
Hay una gran cantidad de referencias religiosas: el camino para llegar hasta el amo de la ciudad está marcado por la estrella de David, que se encuentra en los marcos de las puertas; los salvamentos que María realiza siempre tienen una agradecimiento a Dios o hay varias referencias bíblicas de acuerdo a la situación.

Mientras que el resto de los participantes en poco o nada tienen de este «nimbo» que rodea a los actores principales, son meras marionetas del destino y que solo están ahí para remarcar la importancia de los primeros.
Lo más interesante es el viaje de iniciación del que llegara para cambiar las cosas: la búsqueda constante de María, primero en las calles de la ciudad y después en el interior de la casa de Rotwan, llena de pasajes secretos, cuartos ocultos o vacíos, donde la eterna voz de María parece surgir de todos lados y donde parece que la única manera de salir es perdiendo el sentido.
Una vez que se ha reunido con Josafat, al parecer el único que comprende lo que pasa por su cabeza: un extraño «sueño» que le indica el camino que ha de recorrer y sobre todo le indica como reconocer el tiempo en que debe tomar acción.

La figura de Futura aparece poco y su misión es crear el caos necesario para que el apocalipsis de principio, ese que en sueños o alucinaciones se le presentan a Freder. Su final, también breve, nos deja con ganas de saber más de ella.

El final se presenta mediante un desastre anunciado, donde cada uno de los personajes importantes cumplirá su misión, de acuerdo al plan trazado, no por los amos de la ciudad, si no por una entidad superior.

Valor 9 de 10.
Uno de los libros que deberías de tener apartados para leérselo a tus nietos.

Más información de este libro.

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