jueves, 10 de diciembre de 2020

El hombre que fue jueves [Libro | Reseña]

 El hombre que fue jueves
G. K. Chesterton
1908
168 páginas.


Sinopsis
El agente Gabriel Syme es reclutado por Scotland Yard para desentrañar una trama anarquista y para ello deberá infiltrarse en una de sus reuniones secretas.
El hombre que fue Jueves, una de las novelas más populares del escritor y polemista británico G. K. Chesterton, pertenece a una variedad literaria peculiar. Aunque su revestimiento externo es el de una ingeniosa trama policiaca, donde el suspense y la sorpresa juegan un papel destacado, la crítica ha creído ver en esta obra una novela de tesis; también una fantasía policiaca, un relato onírico, o un panfleto político. El fino sentido del humor de Chesterton lanza sus venablos envenenados contra la filosofía de Schopenhauer, encarnada en el profesor de Worms, contra el pensamiento de Nietzsche o la ideología anarquista emergente de su tiempo. Según Chesterton, se trataba de un nuevo tipo de novela, una historia en la que se tipifican pensamientos modernos, pero no con argumentos, sino con incidentes simbólicos: una comedia alegórica.

He aprendido que para leer a los clásicos y en especial un libro que tiene tantas referencias, antes que nada y después de todo, hay que darle su justo lugar, tomándose el tiempo de identificar el contexto bajo el cual se escribió y la vida que en ese momento el escritor llevaba. De otra manera, terminó decepcionado. Otra vuelta de tuerca de Henry James y El guardián entre el centeno de Salinger, son dos lecturas que en su momento me dejaron con la boca abierta por la frustración.

Chesterton era un hombre grande físicamente, medía 6 pies y 4 pulgadas (1.93 m) y pesaba 286 libras (130 kg). Esta peculiaridad dio origen a una famosa anécdota. Durante la Primera Guerra Mundial, una mujer en Londres le preguntó por qué no estaba "afuera en el Frente", a lo que él respondió: "Si te colocas de lado, verás que sí estoy muy afuera al frente". En otra ocasión, Chesterton le comentó a su amigo George Bernard Shaw: "Al verte, cualquiera pensaría que una hambruna asoló Inglaterra", a lo que este respondió: "Al verte, cualquiera pensaría que tú causaste la hambruna". P. G. Wodehouse describió en una ocasión un sonido de choque muy fuerte como "como si G.K. Chesterton cayera sobre una lámina de hojalata".
Solía llevar una capa y un sombrero arrugado, con un palo espada en la mano, y un cigarro colgando de su boca. Él tenía una tendencia a olvidar a dónde se suponía que debía ir, y a perder el tren que se suponía que lo llevara allí. Se ha informado que en muchas ocasiones, le enviaba un telegrama a su esposa Frances desde algún lugar lejano, escribiéndole cosas como "Estoy en el Mercado Harborough. ¿Dónde debería estar?". A lo que su esposa respondía "En casa". Debido a estos casos de falta de atención, y el hecho de que Chesterton era extremadamente torpe de niño, se ha especulado que Chesterton era un caso no diagnosticado de dispraxia o de trastorno por déficit de atención.
Chesterton escribe desde una perspectiva cristiana: para él, el cristianismo es como la llave que permite abrir la cerradura del misterio de la vida, porque hace encajar las distintas piezas.


Citas:
«Gabriel Syme no era un detective que pretendiera pasar por poeta: era realmente un poeta que se había hecho detective.
Procedía de una familia de extravagantes, cuyos más antiguos miembros habían participado siempre de las opiniones más nuevas. Uno de sus tíos acostumbraba salir a la calle sin sombrero, y el otro había fracasado en el intento de no llevar más que un sombrero por único vestido.»
«Desempeño el oficio de policía filósofo —dijo el del uniforme azul—. El oficio es a la vez más atrevido y más sutil que el de un detective vulgar. Éste tiene que ir a las tabernas sospechosas para arrestar ladrones. Nosotros vamos a los thés artísticos para descubrir pesimistas.»

El primer capítulo, al presentación de los personajes y la ambientación, me ha costado encontrarle el ritmo y particularmente, el gusto. Esta descripción parece un juego, que no hay nada en serio en la trama. Chistes fuera de lugar incomprensibles para mí.
Nada más lejos de la verdad, porque a partir del segundo capítulo es cuando se pone interesante.
Situaciones absurdas, basadas en la simplicidad de las creencias de los anarquistas, dan pauta para que cada una de las piezas se acomoden y se vaya creando el ambiente de misterio y persecución que marcará la pauta para el resto de la novela.
Personajes (policías) que te indican que puedes hacer con tu vida para el bien de los demás: búsqueda y caza de anarquistas amantes de dinamitar el mundo.
Debido a un incidente en el que se vio involucrado de manera involuntaria, decide tomar la estafeta que le es ofrecida. La entrada a la reunión es de lo más sencillo, sobrevivir no lo va a ser (o quizás sí).
A partir de que su pie toque la barca que lo llevará a conocer al máximo representante, aquel que tomas las decisiones, severa metido en una historia parecida a la de Alicia al caer por el agujero del conejo: pistas falsas, persecuciones innecesarias (primero en un elefante y después en un globo de aire caliente, todo sin salir de Londres) pero esclarecedoras y un final que es todo menos lo que te esperas, recuerda que su escritura es cristiana.

Más información del libro.


Valor 8 de 10.
Imperdible para tu biblioteca. Dale a una oportunidad a Chesterton.

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