viernes, 16 de abril de 2021

The Dead Room [Crítica | Película]

Título original
    The Dead Room
Año
    2015
Duración
    80 min.
País
    Nueva Zelanda
Dirección
    Jason Stutter
Guion
    Kevin Stevens, Jason Stutter
Música
    David Donaldson, Steve Roche, Janet Roddick
Fotografía
    Grant Atkinson
Reparto
    Jed Brophy, Jeffrey Thomas, Laura Petersen
Productora
    Centron Pictures
Género
    Terror | Sobrenatural. Casas encantadas. Fantasmas
Sinopsis
    Dos científicos y una joven médium son enviados a investigar una granja cuyos propietarios afirman que está embrujada. El escepticismo de los hombres de ciencia no tarda en resquebrajarse, pues encuentran un ente temible dispuesto a proteger los secretos de la casa. Un filme basado en uno de los casos de actividad paranormal más famosos ocurridos en Nueva Zelanda.


Lo primero que hay que notar es la duración: solo una hora con dieciocho minutos. Poco tiempo para contar una historia.
Tenemos entonces una de dos: es una pérdida de tiempo o algo hay como para que le hayan dado espacio en  Festival de Cine de Sitges en octubre de 2015.
Siempre que un grupo de personas llegan a una casa abandonada con la historia de un fantasma en su interior, me pongo a pensar que hará dicho fantasma mientras no tenga a quien estar espantando, algo así como el que estaba en Canterville y la primera idea a paso veloz que tengo es «Cuando un árbol cae en un bosque, ¿hace ruido si no hay nadie para escucharlo?».

Lo bueno.
Se trabaja con las efectos más rudimentarios que conozcas: puertas que se abren, golpes sonoros en las paredes o el techo (a pesar de que la casa solo cuenta con una planta) y candelabros que se mueven con las ráfagas de aire. Solo hay un efecto, que ni bien ni mal: los vidrios de una de las ventanas se «comban» hacia adentro durante una lluvia torrencial.
¡Ah! Pero el asunto cambia al final del metraje.


Lo mejor.
Son los últimos veinte minutos. Porque seguro cuando llegues a este punto, te estarás preguntando como van a cerrar la historia si ya todo mundo tiene la maletas hechas y un pie en el estribo.
Pues así: se las ingenia para que esos momentos sean caída libre para todos los personajes involucrados y además hacer las aclaraciones necesarias: quien es el fantasmas, que pretende, porque solo hay una habitación en donde parece no poder tener acceso. Buen cierre.

La fotografía, que es constante sus hermosas tomas de los amaneceres o los finales de día.

Lo malo.
Las actuaciones están un nivel por abajo de lo que la historia necesita para hacerla creíble, todo lo creíble que una historia de fantasmas puede ser y como solo tienes tres actores y un fantasma, pues tiene que seguir.



Luces estrobo en mi cabeza.

  • Libro La maldición de Hill House (de Shirley Jackson, 1959). La maldición de Hill House (The Haunting of Hill House, 1959), considerada una de las principales novelas de horror del siglo XX, narra el inquietante experimento de John Montague, doctor en Filosofía y antropólogo, que lleva años entregado al estudio de «las perturbaciones psíquicas» que suelen manifestarse en las «casas encantadas». Infructuosamente ha buscado una casa idónea, cuando un día oye hablar de Hill House, una mansión solitaria y de siniestra reputación. Montague decide alquilarla y busca ayudantes dispuestos a pasar una temporada en ella: Eleanor, una mujer desdichada que, tras once años cuidando a su arisca madre inválida, se ha vuelto una persona solitaria; Theodora, joven alegre y curiosa, seleccionada por su increíble capacidad telepática; y Luke, vividor y mentiroso, incluido en el grupo por exigencia de la propietaria, su tía. El objetivo: tomar notas de cualquier fenómeno paranormal que se presente para documentar el libro sobre casas encantadas que prepara el doctor. Las alucinantes experiencias que vivirán en la casa será mejor que el lector las descubra por sí mismo. En este mismo blog.
  • Película Quatermass y el pozo (1967). En las obras de ampliación del metro de Londres dan con un artefacto que es obviamente una nave espacial menos para los obtusos militares que se empeñan en creer que es algún tipo de antigua bomba nazi. Gracias a un par de sutiles pistas, Quatermass llega a la conclusión de que es una nave marciana de hace cinco millones de años, cuando el planeta rebosaba vida. Sus habitantes enviaron esa nave a la Tierra tratando de salvarse de la extinción, pero la atmósfera y la gravedad terrestre les impidieron sobrevivir. Aun así, se las ingeniaron para dejar preparada una "invasión por poderes": modificaron genéticamente a los antiguos primates, induciendo en ellos inteligencia.

Valor 6 de 10.
Correcta y entretenida. No esperes más.


Más información de está película.

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